Bienvenidos.

Sonrisas que iluminan mundos sin saberlo.

Una elección correcta.

Caminaba por Sol cuando se lo encontró. Y su corazón latió dolorosamente de nuevo. Era una sensación que se había perdido con el tiempo; sabía que un día sintió dolor con cada latido que su corazón daba, pero el recuerdo no se comparaba con esto. Y de repente, volvió a sentir esas ganas de llorar que la llenaban a todas horas.

-¿Qué haces aquí?-

Tal vez no debería haber hablado. La mejor solución habría sido seguir andando, pero él había salido a su paso. Simplemente ella caminaba tranquilamente hacia esa librería que ultimamente visitaba a menudo y él había aparecido de la nada. La había bloqueado el paso, no podía ser una coincidencia.

-¿Me recuerdas?

Apretó sus labios y lo fulminó con la mirada. Por dentro, temblaba de miedo. Su voz, su tono, sus ojos y esa sonrisa, medio burlesca medio sincera que sólo él podría dibujar. No. No quería recordar. No quería volver a la necesidad de tenerle cerca, no podía permitirse amarlo de nuevo.

El odio estaba bien para ella. Jamás podría olvidarle, lo sabía. Él siempre estaría ahí. Por eso había decidido odiarle, porque nunca sería lo suficientemente fuerte como para superarle. Nunca.

-Adiós, Henry.

Y su corazón volvió a latir de esa manera tan exaltada, mientras daba media vuelta y se desandaba sus pasos. ¿Acaso importaba? Ya no quería ir a la librería, de todos modos. Inspiró e intentó serenarse. Nuevamente, se estremecía, y deseaba girarse y tirarse en sus brazos. Después de tanto tiempo, seguía siendo igual de débil, continuaba estando a su merced.

-Espera.-La agarró del brazo, y tuvo que detener sus pasos.

El labio inferior la tembló, y supo que no podría moverse de allí. Miró el suelo sin verlo realmente, se olvidó del frío y llegó a olvidarse de ella una vez más. Su bajo tono de voz, su mano quemandola a través del abrigo. Su presencia abrasaba la suya, la derretía, la arrinconaba. Y volvía a sentirse como aquella niña capaz de renunciar a su dignidad, capaz de arrastrarse; feliz de ser el centro de su atención, aunque saliese herida en el camino.

No. No quería pasar por lo mismo de nuevo. Sabía que no sería capaz de soportarlo.

-Suéltame-susurró, y él apretó su agarre.

-Tenemos que hablar-comentó, y la obligó a que diese media vuelta.

Entre el ajetreo de la ciudad, la gente caminando de un lado para otro, ella vivía un verdadero Infierno. Y su corazón clamaba por una ayuda que nadie se pararía a concederle. Las cicatrices se abrían sin que pudiera hacer nada, pero eso no importaba. El dolor, las humillaciones, las lágrimas recorriendo su rostro. Esos latidos de corazón que sólo la hacían sentir como una muñeca de trapo, hueca y vacía.

Ya estaba acostumbrada a todo eso.

Pero no quería volver al pasado. Aunque nunca lo superase, siempre estaba atrás; sólo era una sombra, un peso que llevaría siempre encima. Que la estuviese mirando a los ojos, con esa seriedad que sólo usaba cuando quería decir algo importante, que sus más locos sueños salieran a flote en ese momento y se diera cuenta de que era lo que llevaba esperando desde que se fue; eso era algo muy distinto, un desastre. Un torbellino que la haría caer de nuevo y conseguiría cortarla en trocitos tan pequeños que no podría recuperarse. Iba a destrozarla.

-No hay nada de que hablar.

Pero mentía. Tantas cosas que contar, esas que se había callado en el pasado. Tantas cosas que preguntar, tantas cosas que no quería oír, y otras que deseaba escuchar. Tantas, tantas que la mareaban. La frase salió rota y supo que no había escapatoria; no podía luchar contra sí misma.

Entonces, él la abrazó.

La rodeó con sus brazos, la obligó a encerrar su rostro en su pecho. La retuvo a su lado una vez más. Y ella comenzó a llorar; no era una llanto sucio, no hipaba ni sollozoba, si quiera se estremecía. Simplemente, él sintió sus lágrimas mojándole la camisa, y lo supo. No pudo recordar aquellos tiempos en los que se estremecía igual que el resto del mundo, cuando no estaba tan acostumbrada a llorar que ni siquiera se alteraba por eso.

-Lo siento-susurró, y notó como se encogía un poco, igual que si la hubiese dado un golpe. ¿Por qué? ¿Por qué había pasado eso?-Todo lo que te dije aquel día... todo, era mentira.

Nunca había deseado hacerle daño.

Pero el tiempo había pasado, y ella había crecido. Había cambiado. Ya no era esa niña confiada que creía en las palabras, y en un brusco movimiento se deshizo del abrazo. Se alejó, con las lágrimas en los ojos y le miró una última vez. Dolía, su pecho ardía entre llamas que la corroían por dentro, y el nudo en la garganta se hacía cada vez más grande. A pesar de eso, no se rindió. "No ahora", se dijo, "que he conseguido parar mis lágrimas."

Porque se lo prometió un día, que jamás dejaría que alguien le hiciera daño de nuevo. Que no confiaría en cualquiera, que no le dejaría su corazón a nadie. No podía perdonarlo, y no quería creerlo. Era más fácil así.

No dijo nada. Se dio media vuelta y se alejó.

Aquel día tomó otro camino. Y en el tren de regreso a casa se preguntó si había hecho bien. Al final suspiró y decidió no pensar en ello. Sólo habían sido cinco minutos en su vida. Cinco minutos a cambio de cerrar un capítulo que llevaba demasiado tiempo intentando terminar.

Porque a veces lo más inteligente que se puede hacer es desviarse del camino y trazar otro. Mejor, más largo y más fácil. Un camino que deja de lado el pasado y avanza hacia la luz del futuro. Una elección correcta.

3 comentarios:

  1. ¿Por qué ESTO no tiene comentarios? Dah.... Está hermoso, Met. Creo que todas hemos tenido un Henry alguna vez, y todas hemos sido ella alguna vez, o lo seremos en algún momento de nuestras vidas. Después de tanto dolor, tanto llanto y tanta angustia... de verdad un "lo siento lo arregla? Para nada. Simple, porque si amas a una persona no la dañas, no la haces sufrir. El amor, en definitiva debo decir no es un sentimiento, es una elección. Y definitivamente sólo se consigue con las elecciones correctas.

    ¿Pero cuál será cual?


    Besos para ti, amiga

    Deirdre

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  2. Wow. Está genial, Met... creo que todo aquél que lea esto no podrá evitar sentir, al menos, un "estrujamiento" en el corazón. El amor es algo tan subjetivo... es algo que no se puede entender, pero que todo el mundo quiere sentir.

    No siendo más... (creo que ya sabrás quién soy ;] )

    XOXO

    Reg.

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  3. Bueno, Met, estoy hasta el toco de tarea, pero ME ENCANTÓ, como siempre y todo lo que escribes.

    Quería que constara, aunque segur ya lo sabes XDD

    Besitos, y cuando publiques un libro y seas famosa, no te olvides de mí :c

    Sonrisitas.

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