Bienvenidos.

Sonrisas que iluminan mundos sin saberlo.

A los amores imposibles.

No tiene rostro. Y me gustaría que lo hubiese tenido, fuera cual fuese. Tampoco tiene voz, y me habría encantado poder escuchar y recordar sus susurros estremeciendo mis oídos y derritiendo mi corazón. No tiene manos, pero sé que habrían quemado mi piel en una dulce tortura de pasión.
No es risas, esas que nunca alcanzaré a sentir, ese estremecimiento de su abdomen y sus bufidos en mi cuello, como si fuera un gato. Tampoco es lágrimas, esas que no podré recoger, esas que siquiera se me permitirá crear.
¿Qué es él? Él no es nada.
No es palabras, porque las palabras engañan, porque no son una prueba. Porque las palabras son quién está detrás, pero yo no sé quién está detrás de sus palabras. No tiene rostro, no tiene voz, no tiene manos. Es una figura lejana e inalcanzable que no volveré a mirar. ¿Qué es él? No es nada.
O puede que él sea mi rostro, y la forma en que se iluminan mis ojos cuando está ahí. Puede que sea mi voz, y los "te quiero" que susurro al silencio. Quizás sea mis manos, esas que se enfrían pensando en una tibiez imaginaria, esas que anhelan aquello que nunca han conocido.
Tal vez sea mis risas, las sonrisas que dibujaba, la felicidad que me embargaba. O puede que sea mis lágrimas, esas que derramo ahora ante la ausencia de algo que no es nada.
¿Qué es él? Seamos claros, él es sólo un cuento; un bonito cuento de hadas.

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