Palabras de una mujer a su marido con alzheimer terminal.

Es un Adiós Eterno.
¿Puedes oírme? ¿O el latido de tu corazón opaca mis palabras? No sé qué hacer para decirte que esto no puede ser, que he de irme. Y no me escuchas. Y si no puedo despedirme, yo no seré capaz de hacerlo. No quiero abandonarte. Quiero que sea un adiós, un hasta siempre. Despedida incluida, aunque no me guste.
Te echaré de menos. Fue idílico, lo pasamos bien. Me dijiste muchas cosas y reímos los dos juntos. Grité tu nombre mientras hacíamos el amor noche tras noche. Buenos recuerdos que se perderán en la bruma del tiempo. ¿Por qué no hicimos ninguna foto? No lo entiendo.
Algún día, en algún momento, algo, alguien. Sé que lo fuimos, y sé que no llorarás por mi partida. ¿Te acordarás mañana de mi? Tú por tu lado, yo por el mío. Y el paso del tiempo se lo llevará todo, será la ola que limpie la arena. Se llevará las risas y los te quiero. Pero también diremos adiós a la añoranza y al dolor. A las lágrimas que sé voy a derramar, a las noches sin dormir que voy a pasar.
Fue genial, fue increíble. Pero ya no sabes quién soy. Y todos los días me prometo a mí misma que será la última vez, que no volveré a tu lado todas las mañanas y te susurraré mi nombre al oído. Que no te contaré lo que pasó y lo que fuimos, que no volveré a ver la confusión en tu mirada. Que mi corazón no sufrirá una puñalada más.
Pero aquí estoy otra vez, hablando contigo. Y tú no me escuchas, ¿verdad? Por muchas veces que te diga adiós, no podré despedirme nunca de ti. Volveré mañana a tu lado y velaré tu sueño; y cuando me vaya, tú no te acordarás ya de nada. No podrás hacerlo. Antes de cruzar la puerta y poder dejarte ir, me atarás nuevamente a tu lado. Atrapados en este Adiós eterno.