Ojalá pudiera no importarme si vienes o vas. Pero aquí sigues, maldito. No te vas ¿Y el final que me prometiste? ¿Dónde está? |
A veces me gustaría poder borrarte. Me entra una desesperación inmensa y abrumadora y solo quiero olvidarte. Olvidar tu nombre, borrar tu sonrisa, deshacerme de ti, de los sentimientos que me provocas, de la historia que compartimos y que duele demasiado ya.
El tiempo sigue pasando lento, tortuoso, enmarcando los días, los minutos, los instantes. Y no es un cuadro bonito. Hay dolor, hay decepción. Hay luz, nueva esperanza, ilusiones que se resquebrajan y un corazón que solo revive para volver a perecer. Una y otra vez.
Se suponía que el dolor enseñaba lecciones, que aprendería del escepticismo a no enamorarme de lo imposible. Pero no es así. No es así, ¿sabes? Y quiero huir como si una sombra me persiguiera. E irme lejos, lejos y correr y huir y perderme.
Al final duele saber lo que sería capaz de hacer por ti.
Por olvidarte, yo renunciaría a mí misma.
Porque dejaras de abrasar en mi pecho, yo sería capaz de olvidarme de mi nombre.
De mi sonrisa.
De mí misma.
Por olvidar lo que fuimos y jamás podremos ser, yo renunciaría a todo.
Sigues doliendo. Desesperándome, torturándome. Asesinándome.
A veces lamento haberte conocido.
Luego te recuerdo, y vuelvo a ser incapaz de renunciar a ti.
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