Bienvenidos.

Sonrisas que iluminan mundos sin saberlo.

(Invierno, llega ya).

Ponerse la bufanda y los guantes y el gorro y aún así tener frío. Caminar por las calles de Madrid con la luz pálida de un sol de invierno, lejano y tibio, pero completamente agradable. Ir solo, porque a veces uno necesita ver el mundo desde el anonimato que dan las grandes ciudades, con sus idas y venidas, y toda esa marea de gente que quizás vaya a cambiar el mundo, o tal vez solo pretenda terminar pronto sus quehaceres y volver a la tranquilidad del hogar. 

Los Inviernos me recuerdan que el Mundo es grande cuando compro un café y me siento en alguna esquina de una cafetería demasiado importante, a leer y ver las horas pasar. ¿Cuántos rostros puedo llegar a atisbar si me quedo ahí sentada dos horas? Cuántas sonrisas y lágrimas y miradas fijas en los ordenadores porque hay que terminar el trabajo (o hay que hablar con alguien lejano). 

Me gustan las grandes ciudades en Invierno, cuando voy sola. Porque me permite observarlo todo. Y aunque no entiendo nada, sigue siendo lo más bonito que puede pasarme en mucho tiempo. 

(Invierno, llega ya). 

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