Bienvenidos.

Sonrisas que iluminan mundos sin saberlo.

Serás eterno.

Un amigo me dijo una vez que, por suerte o por desgracia, siempre se escribe para alguien. Aún estoy esperando el día en el que deje de escribir para ti. Te he escrito amor, y estrellas y universos enteros. Te he explicado lágrimas, sonrisas, mundos y desvelos. Te he relatado felicidad, y euforia y dolor y demasiada amargura.

Ya estoy harta de escribirte, pero no puedo dejarlo. Me siento sola sin ti, y tú nunca estuviste ahí (al menos nunca de verdad). Así que ya no sé si añoro tus brazos o a mis quimeras. Y no sé si quiero averiguarlo. Me siento sola, eso es lo que hay. Aquí y ahora. Allí y ayer. Mañana y en aquel lugar, seguro. No sé si deseo a alguien con quien caminar o a alguien que me enseñe el camino.

Intento concentrarme. Recuerdo tu mirada. No sé por qué mi corazón te vio a ti, te eligió a ti, se tiró a tus manos, y no a otras. No lo sé. No eres ni más ni menos que el resto y sin embargo he sufrido y sentido y llorado y disfrutado y amado y reído y soñado y vivido más por ti (menos contigo) que por nadie.

"Mientras te escriba, siempre estarás vivo".

Pero es injusto. Injuto que escriba tus ojos castaño, tu pelo indomable, tus manos grandes y que solo quede eso. Porque vales tanto, tanto... Y has encontrado tu camino. Y no hay sitio allí para ir a tu lado.

Ya no sé si te amo.

No estoy segura de que perdure esa espina en mi corazón, ese dolor penetrante que es el amor la mayor parte del tiempo. Quizás se enterró tanto que ahora forma parte de mí, y ya no importa mucho (ya no abruma, ni entorpece, ni lo es todo). Ya no eres todo. Pero eres algo. Lo eres. ¿Qué eres?

¿Por qué? Por qué.

Te quiero. Ya no. Y a pesar de ello, de aquello, de ti, de mí. A pesar de todo, te quiero.

Maldita sea.

A este paso, serás eterno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario