y entonces ya no sé qué hacer.
Algunos días duele levantarse sola aún más de lo que dolió llorarle a la almohada.
Porque tu ausencia tiene esencia y va más allá de un simple vacío.
Eres la espina que se clava en mi pecho cuando dudo si te quiero, si me conozco lo suficiente para saber cuándo me enamoro o cuándo el mundo me está empujando al abismo y voy a terminar sufriendo.
Dicen mis amigos que en el riesgo no está el peligro, sino la felicidad esperando. Y puede ser un momento bonito entre constantes tinieblas o una vida de sonrisas luminosas.
Yo solo sé que la tuya es preciosa.
En ocasiones parece fácil y luego el mundo se me echa encima,
y entonces ya no sé qué hacer.
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